El acompañamiento familiar y del resto del entorno es clave en la recuperación. En ocasiones la depresión es un trastorno incomprendido, y para que la familia pueda aceptar esta enfermedad, no sólo debe interiorizarse, sino participar activamente en el tratamiento.

- Informándose. Cuanta más información se tenga de la enfermedad más se entiende.
- Comprendiéndola. Así tendremos respuesta a muchas preguntas sobre la enfermedad: qué es, a qué se debe, síntomas, pronóstico, etc.
- Recibiendo instrucciones de lo que no hay que hacer.
- No juzgar o culpabilizar.
- No forzarle a animarse.
- No infravalorar su enfermedad.
- No sustituir a la persona con depresión en todas sus tareas.
- Aprendiendo lo que hay que hacer: prestarle apoyo.
- Ayudando a aceptar la enfermedad.
- Favoreciendo la adherencia al tratamiento.
- Ofrecer comprensión y ayuda.
- Reforzar sus pequeños logros.
- Prestando atención a la situación de menores: si hay hijos es mejor explicar de forma sencilla y clara, advirtiendo los cambios y evitar sentimientos de culpa.
- Colaborando con el médico: la familia puede colaborar aportando información sobre la estructura y el funcionamiento de la familia. Contribuir a que acuda a las citas médicas y que tome el tratamiento.
Dos situaciones en las que la familia es importante son:- Cuando precise ingreso.
- Ante ideas de suicidio (en esta situación hay que vigilarle y buscar ayuda).
- Buscando apoyos: Autocuidado de los familiares.
- Tener espacios de ocio.
- Luchar contra el estigma de la enfermedad mental (no avergonzándose).
- Buscar ayuda en asociaciones.
- Apoyando a la familia, para que esta tenga espacios para ellos.
- Procurando apoyar a la persona deprimida, animándole a hacer cosas, distrayéndolo.
- Evitando temas de conversación de contenido negativo.
- Siendo amable en el trato y no recriminarle.
- No forzando situaciones.

- No estigmatizando la enfermedad.
- No juzgando.
- Apoyando a la familia.