• Tiéndete en el suelo sobre una alfombra o una manta, dobla las rodillas y separa los pies unos 20 cm, dirigiéndolos suavemente hacia fuera. Asegúrate de mantener la espalda recta.
  • Explora tu cuerpo en busca de signos de tensión.
  • Coloca una mano sobre el abdomen, dos dedos por debajo del ombligo, y otra sobre el tórax, dos dedos por encima del ombligo.
  • El objetivo es dirigir el aire hacia el abdomen cuando respiramos con la ayuda de la musculatura abdominal, como si quisiéramos hinchar un globo.
  • Toma aire por la nariz de manera lenta y profunda, y dirígelo al estómago de forma voluntaria, elevándolo, notando que la mano colocada sobre el abdomen se eleva, mientras que la otra mano, la del tórax, apenas se mueve.
  • Saca el aire por la nariz o por la boca, según te resulte más agradable, y a la vez que sale el aire por la nariz dirige la zona abdominal hacia adentro, hacia la espalda, hasta que no quede nada de aire.
  • Realiza respiraciones lentas y profundas, una o dos tandas, durante 5-10 minutos, una o dos veces al día.
  • Puedes practicar esta respiración, tanto tumbado como sentado o de pie. Lo importante es concentrarse en el movimiento ascendente y descendente del abdomen y en cómo entra y sale el aire de los pulmones.
  • El resultado es una sensación de relajación profunda.