La ansiedad es una emoción natural y sana que se desencadena en los seres humanos como respuesta a una situación de amenaza o peligro real o potencial, de estrés o preocupación.

Podríamos considerarla como un mecanismo de defensa que nos permite enfrentarnos a los avatares de la vida: a un viaje en avión, a un examen, a una relación amorosa…

Una definición más precisa: “es una aprensión difusa de naturaleza vaga, que se asocia con sentimientos de incertidumbre, impotencia e inseguridad”. Cierto nivel de ansiedad es útil en la medida en la que mejora nuestra capacidad de concentración y de reacción, de manera que podremos responder de una forma más adecuada, con más precisión y rapidez a estas situaciones extraordinarias. Por ejemplo, un jugador de fútbol que no estuviese tenso antes de un partido, no rendiría a su mejor nivel. En todo caso, y aún siendo positiva, la ansiedad es descrita como una sensación un tanto desagradable.

Cuando la ansiedad es desproporcionada, irracional, inservible, …, se convierte en una ansiedad patológica. Supone un verdadero freno en nuestras vidas, nos inhibe, nos bloquea, nos interfiere en la realización de algunas o bastantes actividades cotidianas, como salir a la calle, estar con amigos o familiares, enfrentarnos a un examen, …

Los trastornos de ansiedad, en conjunto, alcanzan una magnitud semejante a la de los afectivos y tienden a la cronicidad, conllevando diferentes grados de discapacidad.

Se definen cuatro niveles de ansiedad en función de sus efectos:  

  • Ansiedad leve, asociada a tensiones de la vida diaria. La persona se encuentra en situación de alerta y su campo de percepción aumenta. Este tipo de ansiedad puede propiciar el aprendizaje y la creatividad.
  • Ansiedad moderada, en la cual la persona se centra sólo en las preocupaciones inmediatas. Esto implica una disminución del campo de percepción. La persona bloquea determinadas áreas, pero puede reconducirse si se centra en ello.
  • Ansiedad grave. Hay una reducción significativa del campo perceptivo. La persona puede centrarse en detalles específicos, sin poder pensar nada más. La conducta se centra en aliviar la ansiedad.
  • Angustia: temor, miedo, terror. La persona es incapaz de realizar ninguna actividad, ni aun siendo dirigida. La angustia supone una desorganización de la personalidad, y puede ser fatal, ya que un período prolongado de angustia podría producir agotamiento y muerte. Se manifiesta por un aumento de la actividad motora, disminución de la capacidad para relacionarse, percepción distorsionada y pérdida del pensamiento racional .
Introducción

Existen diferentes maneras de clasificar los trastornos de ansiedad. Según la Asociación de Psiquiatría Americana se clasifican del siguiente modo:

  • Ataques de pánico (crisis de ansiedad, crisis de angustia, panic attack): Aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos, acompañada de otros síntomas (palpitaciones, temblores, escalofríos, sudoración, opresión en el pecho, sensación de ahogo o atragantamiento, nauseas o molestias abdominales, mareos, miedo a morir o a perder el control, …) que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión en los primeros 10 minutos.
     
  • Agorafobia: Aparición de ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil (o embarazoso), o donde no se dispone de ayuda, o más o menos relacionada con una situación (pasar por un puente, o viajar en autobús, tren o automóvil). Se suele relacionar con el trastorno de angustia.
     
  • Fobia específica: Temor acusado y persistente que es excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situación específicos (p. ej., volar, precipicios, animales, administración de inyecciones, visión de sangre).
      
  • Fobia social: Temor acusado y persistente que se desencadena ante una o más situaciones sociales en las que la persona se siente evaluada o expuesta a desconocidos/otros semejantes que no son de su confianza.
      
  • Trastorno por estrés postraumático: La persona ha estado expuesta a un acontecimiento extraordinariamente traumático (muerte, amenaza de vida, ...), y éste es reexperimentado persistentemente a través de recuerdos, sueños... Existe una evitación persistente de estímulos asociados al trauma y embotamiento de la reactividad general del individuo.
      
  • Trastorno por estrés agudo: Durante o después de un acontecimiento traumático, el individuo presenta varios de los siguientes síntomas:
       
    • sensación subjetiva de embotamiento, desapego o ausencia de reactividad emocional
       
    • reducción del conocimiento de su entorno (p. ej., estar aturdido)
       
    • sentimientos de extrañeza (con uno mismo o con el entorno)
       
    • amnesia selectiva (p. ej., incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma).
       
    • conductas evitativas
       
  • Trastorno de ansiedad generalizada: Ansiedad y preocupación excesivas sobre una amplia gama de acontecimientos o actividades (como el rendimiento laboral o escolar), que se prolongan más de 6 meses. Al individuo le resulta difícil controlar este estado de constante preocupación. Suelen aparecer los siguientes síntomas:
      
    • inquietud o impaciencia
       
    • fatigabilidad fácil
       
    • dificultad para concentrarse o tener la mente en blanco
       
    • irritabilidad
       
    • tensión muscular
       
    • alteraciones del sueño
       
  • Trastorno de ansiedad inducido por sustancias: cuando los síntomas aparecen durante la intoxicación o abstinencia (o en el primer mes siguiente) por un tóxico o medicamento. Los más frecuentes son: alcohol, alucinógenos, anfetaminas o sustancias similares, cafeína, cannabis, cocaína, inhalantes, sedantes, hipnóticos o ansiolíticos etc.

Trastornos de ansiedad y niñez

Los niños aprenden a responder al estrés por lo que han observado y experimentado en el pasado. En la mayoría de los casos, el estrés experimentado por un niño puede parecer insignificante para los adultos, pero como los niños tienen pocas experiencias previas de las cuales aprender, incluso las situaciones que exigen cambios pequeños pueden tener un impacto enorme en los sentimientos de seguridad y confianza del niño.

Los miedos constituyen un factor casi constante en el transcurso del desarrollo humano. La aparición de la ansiedad en los niños, lejos de constituir un rasgo patológico, indica una evolución en la que podemos observar la conciencia que el niño va adquiriendo acerca de su propia individualidad, de sus límites y de sus recursos. El registro de aquello que pueda resultar peligroso es una adquisición evolutiva fundamental.

Introducción

A lo largo de la infancia aparecen miedos considerados normales.

  • Entre los 6 y 18 meses comienzan los temores a la oscuridad y a lo desconocido. Alrededor de los 8 meses aparece la angustia frente al rostro de un extraño, reacción que revela el reconocimiento y la individualización del rostro de la madre. En este periodo sólo la presencia de una figura conocida puede calmar al niño.
  • En la segunda infancia (2-3 a 6-7 años), la naturaleza de los miedos es muy amplia; aparecen temores a: animales, monstruos, fantasmas y situaciones de soledad.
  • A partir de los 7 años se presentan temores acerca del rendimiento escolar y deportivo, temores de tipo existencial y el miedo a la muerte.

Los temores descriptos disminuyen o desaparecen cuando el niño evoluciona de modo normal. Si esto no ocurre, es probable que nos encontremos frente a un Trastorno de Ansiedad.

¿Cuándo hablamos de un Trastorno de Ansiedad en un niño? Básicamente, cuando la ansiedad interfiere en el desarrollo normal de su vida, así como también cuando las manifestaciones de la ansiedad son muy intensas.

Los estudios epidemiológicos demuestran que la prevalencia de los Trastornos de Ansiedad en la infancia oscila entre 5,6% y 21%. Las niñas presentan una más alta frecuencia que los varones.
    
Dentro de los trastornos de ansiedad infantil se incluye el, Trastorno de ansiedad por separación: Ansiedad excesiva e inapropiada para el nivel de desarrollo del sujeto, concerniente a su separación respecto del hogar o de las personas con quienes está vinculado.
  

Aparece al menos tres de las siguientes circunstancias:

  • Cuando ocurre o se anticipa una separación respecto del hogar o de las principales figuras vinculadas
  • Preocupación excesiva y persistente por la posible pérdida de las principales figuras vinculadas o a que éstas sufran un posible daño
  • Preocupación excesiva y persistente por la posibilidad de que un acontecimiento adverso dé lugar a la separación de una figura vinculada importante
  • Resistencia o negativa persistente a ir a la escuela o a cualquier otro sitio por miedo a la separación
  • Resistencia o negativa persistente o excesiva a estar en casa solo o sin las principales figuras vinculadas, o sin adultos significativos en otros lugares
  • Negativa o resistencia persistente a ir a dormir sin tener cerca una figura vinculada importante o a ir a dormir fuera de casa
  • Pesadillas repetidas con temática de separación.
  • Quejas repetidas de síntomas físicos (como cefaleas, dolores abdominales, náuseas o vómitos) cuando ocurre o se anticipa la separación respecto de figuras importantes de vinculación.

 

Ansiedad y embarazo

Es normal que durante el embarazo se experimente momentos de ansiedad, debidos a los cambios fisiológicos y vitales que el embarazo implica. La ansiedad en el embarazo es atribuible, por un lado, a la inestabilidad emocional provocada por el desajuste hormonal típico de este periodo. Además, los cambios que implica la maternidad, la preocupación por el desarrollo del bebé, la gran carga afectiva que comporta el embarazo y las ganas por preparar el hogar para la llegada del bebé son algunas de las causas de ansiedad que puede sentir la mujer durante la gestación. Es el conocido como síndrome del nido y afecta a más mujeres de las que podríamos creer.
   

Trastornos de ansiedad en la vejez

Los trastornos de ansiedad en la vejez se relacionan con diferentes trastornos mentales anteriores a la vejez o de inicio en la edad adulto o finales de la edad adulta y con las situaciones puntuales de deterioro de la salud que puedan derivar en dificultades mayores de salud o en pensamientos de muerte o en la vulnerabilidad de la salud física.

En general los trastornos de ansiedad en la vejez están relacionados con depresión, demencias, alcoholismo y con problemas físicos que pueden crearles inseguridad o dependencia no deseada.

Pocas veces se encuentra el trastorno de ansiedad como diagnóstico principal en los ancianos, pocas veces se produce a partir de los 65 años y generalmente porque se incluye dentro de otra categoría diagnóstica que se considera la principal como puede ser la depresión, enfermedades somáticas, etc.

Los estudios de epidemiología relacionados con la población mayor de 65 años concluyen que alrededor del 10% de mujeres padecen ansiedad, y alrededor del 6% de hombres. Los estudios realizados en EEUU, Europa coinciden en estos datos, si bien las cifras pueden variar en un tanto por cien entre uno o 5 puntos por lo que se considera que en comparación con otras etapas de la vida la frecuencia en la vejez de trastornos de ansiedad es menor que en otras edades.

El tratamiento de los trastornos de ansiedad se centra en reducir el nivel de ansiedad del paciente. Para ello, los pilares principales del tratamiento son la medicación y la psicoterapia, ya sea como tratamiento único o combinado.

 

Los fármacos que se utilizan son los ansiolíticos y los antidepresivos. La mayor tasa de resultados positivos se consigue con la combinación de fármacos ansiolíticos y psicoterapia.

 

Para el componente psicoterapéutico del tratamiento, la investigación demuestra que la terapia cognitivo-conductual alcanza su mayor nivel de efectividad cuando se usa para ayudar al individuo a reemplazar sus pensamientos y conductas negativas por otros más positivos y productivos. La base de este planteamiento es que somos capaces de controlar y modificar nuestro pensamiento y, por tanto, nuestras acciones. Los grupos de apoyo también pueden proporcionar un espacio en el que compartir experiencias y obtener recomendaciones de métodos de afrontamiento