LSD, tripis, ácidos, micropuntos.

Perturbadores del sistema nervioso central (piscodélicos). El LSD es el más común. La sustancia se impregna en hojas de papel secante que se decoran y así parecen calcomanías o sellos. También se presenta en forma de tabletas, cápsulas y tiras de gelatina.

Dependen de la cantidad, la personalidad, el estado de ánimo y las expectativas del consumidor/a. Comienzan al cabo de 30 o 40 minutos y se pueden prolongar durante 8 horas más. Los efectos no se pueden predecir. Pueden ser gratos o desagradables (reacciones de pánico o ‘mal viaje’). En este caso parecen ideas de persecución, desorientación y/o vértigos.

Pueden producir la sensación de mayor agudeza sensorial y de intercambio de percepciones: por ejemplo, "escuchas los colores". Sentimientos de alegría y de estar en paz con uno/a mismo/a y con otras personas. Distorsiones de la propia imagen y la de los demás, el tiempo y el espacio. Incapacidad para concentrarse, recordar, sentir el dolor y problemas de coordinación. Cambios bruscos de humor, aumento de la temperatura corporal, taquicardias, sudores, sensación de boca seca y somnolencia. También pueden producir fobia a la luz.

Las alucinaciones pueden llevar a imprudencias, por lo que es importante no dejar a la persona sola.

Los alucinógenos pueden producir secuelas psicológicas como depresión, ansiedad, cuadros psicóticos, conductas paranoides e intentos de suicidio.

Otro peligro es el llamado ‘flash-back’ o retorno de la vivencia tenida con la droga.

La tolerancia se desarrolla con bastante rapidez, pero desaparece tras varios días de abstinencia. No se ha demostrado que genere dependencia ni existen evidencias de síndrome de abstinencia.